Septimo Vicio - El cine visto desde otros t iempos

"4 meses, 3 semanas y 2 días" por Daniel Farriol

Publicado: 21/09/2007

Una de las películas más esperadas del festival fue la que inauguró ayer Zabaltegui dentro de sus Perlas, es decir, “4 luni, 3 saptamani si 2 sile” del director rumano Cristian Mungiu.

Precedida por una oleada de magníficas críticas por allá donde va y con la Palma de Oro en Cannes bajo el brazo y ahora el Premio Fipresci de la crítica, el listón de exigencia al film se ha colocado tan alto que incluso el propio director antes de las proyecciones pedía al espectador un esfuerzo para que vieran la película con la mente vacía de todas esas referencias. Y una vez visto el resultado final si que podría decirse que tal vez tantos elogios contínuos pueden resultar algo excesivos pese a los méritos que contiene.

La película refleja con crudeza la odisea que viven dos amigas cuando una de ellas decide abortar de manera clandestina y la otra debe ayudarle a no ser descubiertas por el gobierno rumano comunista de la época. El film puede dividirse claramente en dos partes bien diferenciadas, en la primera vemos la meticulosa recreación de los personajes, sus carencias, sus miedos y sus anhelos, y el proceso del hecho central del film: el aborto. La segunda es el clímax dramático del film cuando se deben eliminar las pruebas para no ser descubiertas.

El tratamiento estilístico que Mungiu imprime a ambas partes es radicalmente opuesto y consigue sus objetivos, al menos en parte. La parte inicial está rodada a base de planos fijos tensados al máximo de su duración posible (uno incluso dura más de 12 minutos con alguno de los actores fuera de cuadro!), en ocasiones probando la paciencia del espectador, que dotan al film de un ritmo lento y candencioso, pero también desnudo de artificios ni adornos innecesarios, se diría que Mungiu quería filmar un documental más que una obra de ficción. Por eso no existe música que subraye las imágenes, ni movimientos de cámara efectistas, ni un cuidado especial de la iluminación, todo parece haberse hecho para mostrar una imagen dura, sucia, directa como la propia historia que nos cuenta, lo que se agrava en el clímax donde la mirada es a través de una cámara nerviosa, siguiendo a la protagonista por un suburbio desolado y oscuro, donde los planos están fragmentados, rotos, granulados y que consigue trasladar con acierto las sensaciones de la protagonista. Dejando a parte los aspectos técnicos, existe una contradicción clara cuando por un lado su director afirma que “no espero que el espectador busque mensajes en la película, simplemente buscaba contar una historia” y por otro afirma abiertamente que en su país “se abusó de la posibilidad de abortar. La gente lo considera casi como un método anticonceptivo” y pretende que el tema no se tome tan a la ligera. Y es que el plano final clarifica el posicionamiento del film sobre un tema polémico como el aborto, cuando después del excelente plano fijo final de las protagonistas en el restaurante del hotel, una de ellas se gira para mirar directamente a cámara, lanzando una mirada terrible, acusadora y con clara vocación de sacudir conciencias y algo de moralina.

En definitiva un film de autor interesante con momentos espléndidos, visualmente desigual pero siempre brutal, con unas interpretaciones soberbias y creíbles de las actrices protagonistas, pero también algo pretenciosa estilísticamente con planos fijos tan alargados que a muchos les puedan resultar soporíferos aunque después de su paso por Cannes pocos se atrevan decirlo. Eso sí, es de ese tipo de películas que no dejarán indiferente a nadie.

Daniel Farriol

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