"Nueve colores sangra la Luna" (Lecturas)
Publicado: 24/10/2006
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La actriz Isabel Silva, todo un descubrimiento del
cine fantástico español de los sesenta
y setenta, se convirtió desde hace mucho tiempo
en obsesión para Eugenio Arbó, crítico
de cine desdichado al que las buenas cosas de la vida
parecen haberle dado la espalda. La pasión no
consumada de Arbó hacia su amada actriz no se
torna en satisfactoria porque aún queda un enigma
por resolver: ¿por qué desapareció
misteriosamente? Arbó, convencido de su asesinato,
encuentra en el regreso al cine de Jacobo Blanco, el
director de culto que la dirigió mejor que nadie,
la oportunidad ideal para aclarar este incidente acaecido
30 años antes. Con esa premisa comienza "Nueve
colores sangra la luna", la divertida y apasionante
última novela de Carlos Aguilar.
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La obscenidad sentimental a la que refiere Fernando Marías
en el prólogo de la novela hace hincapié en
los corazones de todos aquellos para los que el relato de
Aguilar se convertirá en un viaje nostálgico
por "el cine que casi nadie amó". Una nostalgia
que yo no pude vivir in situ en salas cochambrosas como el
cine Madrid de la novela pero sí puedo sentir en cuanto
seguidor adolescente que creció rescatando ese universo
fantástico lleno de encanto gótico, trazos sangrientos
y erotismo sexy. Aunque fue Jean Rollin y su lírico
universo de vampirismo lésbico el primero en seducirme,
no tardaría en dejarme maravillar por el encanto de
nuestra singular producción nacional rebosante de proyectos
europeos, equipos técnicos y artísticos internacionales, simpáticos pseudónimos
y una mitología propia. Miro hacia atrás y veo
aquellos films de Jesús Franco, Armando de Ossorio,
José Ramón Larranz o Leon Klimowsky en una época
en la que me volvía loco por los giallos de Bava, Argento,
Tessari o Fulci.

Carlos Aguilar, Foto: Manuel del Campo
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¡Cómo olvidar películas maravillosas
como "Una mariposa con las alas ensangrentadas"!
Que recuerdos traen esos preciosos títulos de
tan poética construcción (a los que Aguilar
rinde tributo con el propio nombre de la novela). Por
aquel entonces, Brigitte Lahaie, actriz porno reconvertida
al fantastique, era lo más parecido a mi diosa
del celuloide. Era mi particular Isabel Silva (ese mismo
lugar lo ocuparían más tarde Tura Satana,
Uschi Digart y otras supervixens meyerianas). Ese mágico
cosmos del fantástico español sirve a
Carlos Aguilar para contextualizar su obra, un thriller
de los de antes absolutamente entretenido que sorprende
por sus agraciadas (y agradecidas) múltiples
referencias y guiños que lo convierten en una
lectura tan deliciosa como brillantemente documentada
para fan fatales como un servidor. Por ello, me quito
el sombrero y me rindo ante el ritmo y la sabiduría
con la que está escrita "Nueve colores sangra
la luna". Porque el que aquí suscribe se
siente tan feliz al encontrar tanto amor y respeto por
el género en la narración de Carlos Aguilar
que sólo queda por confirmar que este libro no
se lee, se goza. Con todo ello, me despido con el mismo
brindis de Jacobo Blanco, "por el cine fantástico
de antes y sus grandes intérpretes y autores".
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DAVID LÓPEZ GONZÁLEZ