Nunca pensé que el polifacético y muy particular Carlos Aguilar escribiría un libro sobre Clint Eastwood. pero, bien mirado, tampoco me extraña. Aguilar siempre ha preferido el cine europeo. Y Eastwood, que es el más americano de los americanos, triunfó gracias a Sergio Leone, que era italiano hasta la médula, en un género híbrido como ninguno, el Spaghetti Western. Aquí late una paradoja que sólo podía fascinar al autor de una novela titulada Coproducción. Encima, el libro aparece en la colección que editó el de Aguilar sobre Leone, “Cineastas”, de Cátedra.
Publicado: 08/08/2009
Así, es el libro sobre Eastwood que más relevancia presta a la influencia ejercida por Leone. Y ya era hora de que se dijera. Porque Aguilar demuestra que esta influencia va más allá de lo aparente, con pruebas irrefutables. En un ensayo que, sin embargo, no descuida ninguno de los aspectos imprescindibles a la hora de hablar sobre Eastwood, ante todo la violencia como elemento consustancial a la mentalidad americana. Tampoco el Jazz, no en vano es otra de las pasiones de Aguilar, como denotaba asimismo Coproducción, donde aparecía una ficticia película española protagonizada por el mismísimo Chet Baker (¡!). Sin ir más lejos, este ensayo abunda en lo que en Jazz se llama “líneas de fuga”, a cuál más imprevista y divertida, como la que llama la atención sobre la novela de Doce del patíbulo, o exalta el personaje de Plissken el Serpiente creado por John Carpenter. Acaso podría deducirse de estas páginas que Aguilar siente por Eastwood una extraña mezcla de amor y odio. Menos mal. Porque así este ensayo dista de los usuales, donde parece que Eastwood es Dios, y matiza entre los niveles de calidad de las películas valoradas, con criterio y racionalidad, además desde un conocimiento de causa que contempla tanto al prolífico Eastwood y sus vaivenes como el contexto sociológico e histórico en que evoluciona. Tampoco aparta el autor, ni minimiza, diversos aspectos reprobables, cine aparte, de Eastwood (amantes despreciadas, negocios turbios, amistad con los nefastos presidentes Nixon y Reagan, etc).
Con un estilo ágil, sin pedantería alguna y mediante esa capacidad de síntesis que ha ido depurando a lo largo de los años, Aguilar brinda pues un trabajo singular en cuanto a concepto, por su admirable equilibro entre los ingredientes. Tras una introducción genérica, avanza por orden cronológico en una serie de capítulos introducidos siempre por una cita significativa a propósito de Eastwood (una de ellas del finado actor John Phillip Law, como se sabe amigo de Aguilar, y personaje en otra de sus peculiares novelas, Nueve colores sangra la luna), salvo el primero y último, en los cuales las citas son del propio Eastwood, en un evidente propósito de conferir una disposición circular, que se cierra con las agudas reflexiones sobre Gran Torino, a la cual el autor relaciona con Una historia verdadera al captar un toque zen (recuérdese que Aguilar también ha escrito varios libros sobre cine japonés, en compañía de su hermano Daniel, que habita en Tokio). El resultado es apasionante y sustancioso, personalísimo pero nada elitista, y verifica el alto nivel de Carlos Aguilar entre los escritores españoles de su generación, más allá de la crítica de cine.
Nicolás Rubio
Carlos Verde en 17/08/2009
Tiene muy buena pinta, me lo quiero comprar. Yo de Carlos Aguilar tengo tres o cuatro libros y me encantan. Sobre todo Yakuza Cinema.
Julio Viejo en 12/08/2009
Me ha encantado el comentario, se nota que el autor ha leído mucho de Aguilar y conoce el cine de Eastwood. También me ha gustado mucho a mí el libro, hasta se me hizo corto.
Carlos Verde en 17/08/2009
Tiene muy buena pinta, me lo quiero comprar. Yo de Carlos Aguilar tengo tres o cuatro libros y me encantan. Sobre todo Yakuza Cinema.