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Dharma Guns

Es Dharma Guns una película que se define a partir de una apostura visual desbordante (composiciones de plano, uso de la cámara, fotografía expresionista), convenientemente aliñada con no pocos y (muy) afortunados insertos musicales y sonoros (sin lugar a dudas, lo mejor de la película), continuamente lastrados por un argumento tan intensamente irrelevante (el mundo del celuloide está repleto de películas con argumentos inanes pero profusamente adictivas y geniales) como sesudamente pretencioso y, no por casualidad, preñado de constantes alusiones a la muerte (y/o a la reencarnación), ya sean de origen budistas, lovecraftianas o, incluso, mitológicas (con el Peri Em Heru egipcio como indudable referente); todo ello a pesar de su apariencia tech-noir-revolucionaria (aún de marcado perfil existencial).

Publicado: 22/02/2011

Así las cosas, ya metidos en su narrativa, el protagonista deambula de forma confusa por un alambicado argumento poblado de inframundos de nombre recurrente, aduanas hacia otros mundos repletos de personajes de novela negra (además de laxos y/o estereotipados, no en vano, los argumentos de las obras de ficción de su autor se explican a través de arquetipos), fantasmas con cuerpo y rostro de mujer, dobles genéticos esbozados por científicos con apellido soviético,  guionistas (o poetas) asediados por células revolucionarias, viajes en el tiempo y en el espacio en busca de la identidad, paisajes industriales disimulados por neblinas persistentes… mientras trata de dilucidar los motivos o las claves que le han llevado, quién sabe si de forma inexorable, al país de “Las Estrellas”. 

La última obra de F. J. Ossang no debe tanto su estética al expresionismo coyuntural de Jean Epstein (como alguno de los trabajos documentales de Ossang sugerían) como a los primeros cortos de principios de los ochenta (un lustro que apadrina la propia eclosión iconoclasta del músico y director francés) de cineastas coetáneos como Marc Caro (The Bunker of the Last Gunshot) o Luc Besson (L'avant dernier); igualmente, su punto de partida (y algunos tramos de su desarrollo argumental: todos deudores de una atmósfera onírica, hipnótica, turbadora), emparenta su obra con otras de mayor enjundia narrativa como Hotel de Alpinista Muerto de Grigory Kromanov o Huellas de Pisadas en la Luna de Luigi Bazzoni; eso sin contar los numerosos referentes conceptuales y visuales que emergen alrededor de su propia filmografía. 

Dharma Guns es, en fin, una película que se expresa a través de la fuerza implacable de una poderosa banda sonora y de la belleza que exudan todos y cada uno de sus encuadres –de indudable inspiración pictórica y que, además, subrayan las propias palabras del autor francés cuando refiere, en este mismo medio, que “las convenciones narrativas son solo una excusa para crear imágenes"–, pero lo hace al mismo tiempo que naufraga, más que generosamente, en todo lo demás (precisamente justo allí donde las referentes aludidas encontraban su verdadero sino), especialmente cuando sale al trasluz su (pretendida) condición de obra metafísica y auto-redentora. 

J.P. Bango

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pat en 11/04/2011

Me pico la curiosidad despues de leer tu articulo. Plasticamente bella, pero si la mas minima alma. En fin, una ida de olla de un director que sera aplaudido en ciertos circulos. A pesar de ello, la vi casi entera o sea que algo tendra ya que, no suelo aguantar estos experimentos mucho rato

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