Love Addiction

Ejercicio de estilo acerca del amor y sus adicciones caprichosas (y/o tortuosas), Love Addiction de Nobuteru Uchida representa, ya desde sus primeros planos (todos rodados con cámara en mano), un notable ejemplo de cine independiente japonés, de bajísimo presupuesto pero sobrada imaginación a la hora de superar sus carencias (lo que consigue, principalmente, con un inteligente uso del montaje), una decidida apuesta por un Cine desposeído de ornamentos estilosos o tópicos genéricos, servido en bruto a un espectador que no tarda en conectar, si acaso empáticamente, con esta historia de amores enfermizos y dependencias emocionales.

Publicado: 27/02/2011

Sus excelentes primeros minutos nos sirven, también, para ubicar el argumento: una joven  llamada Yukako sospecha que su novio Sighe se ve a escondidas con otra mujer y aunque encuentra elementos probatorios suficientes como para sacarla de dudas, se niega a aceptarlo; así se lo cuenta a un conocido, Noboru,  a la salida del trabajo, mientras ambos terminan de embarrancar en un mar de lágrimas fruto de sus (respectivas) frustraciones amorosas. Noboru a su vez se revela enamorado de la joven Saeko, a quien recientemente le ha confesado su amor. Ésta le ha rechazado porque de quien realmente se siente enamorada es de Sighe, su amante a tiempo parcial. Los cuatro personajes, entrelazados sólo por casualidad, terminarán de coincidir, de forma accidental,  en el apartamento de Sighe algún tiempo después, enfangándose en una batalla dialéctica que bien podría tratar de forzar una solución reparadora o entorpecer aún más sus respectivas relaciones una vez se constaten los devastadores efectos del amor cuando unos y otros lo refieren de forma enfermiza. 

La ascendencia melodramática de esta pequeña historia de amantes cornudos y amores que duelen no oculta, sin embargo, la asunción de un cierto riesgo formal. Los protagonistas se mueven, en un principio, en espacios cerrados (un pequeño apartamento, un túnel de metro) y claustrofóbicos mientras centran su atención en conversaciones, sólo en apariencia, triviales; a medida que avanza el metraje (y los personajes van desvelando sus cartas) también cambian los escenarios (de una azotea de un edificio de oficinas a un bosque poblado de árboles y de adicciones) llevándolos a cielo abierto.  La sensación de opresión, manifestada en una cámara que continuamente violenta el espacio proxémico de los personajes, es, sin embargo, constante.  

Love Addiction se presenta como un producto modesto pero altamente recomendable (especialmente debida a sus excelentes primeros cuarenta y cinco minutos): una auténtica lección de cómo vertebrar, ab initio, una película tan alambicadamente compleja en el plano emocional como folletinesca y trivial en su desarrollo; dueña sin embargo, de una conclusión que, aunque deja de lado la posibilidad de cerrar la historia con un golpe de efecto, se revela, en verdad, implacable. No se puede pedir mucho más a tan poco. 

J. P. Bango 

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