Septimo Vicio - El cine visto desde otros t iempos

"Michael Clayton" por Carlos Polite

Publicado: 29/11/2007

Se supone que el sistema está podrido. Y desde luego, cuando hablamos de multinacionales a nadie se le dibuja una sonrisa en la cara. Esta es la epopeya de un personaje metido de lleno en el engranaje de las grandes corporaciones que despierta a la conciencia y las consecuencias que de ello derivan. Todo ello servido con cierto buen gusto y estilo por el debutante Tony Gilroy, quien ya tiene una dilatada experiencia como guionista a sus espaldas, siendo lo más destacado su aportación como tal en las dos excepcionales secuelas del mega agente Jason Bourne.

Bien, digamos que estamos ante una versión seria de «Erin Brokovich». Por un lado tenemos a una gran corporación que ha causado la muerte de un gran número de gente con un fertilizante defectuoso, por otro a un tiburón de la abogacía encargado de defenderla que repentinamente y de manera algo paranoica cambia de bando y finalmente al encargado de solucionar el embrollo, George Clooney, el apagafuegos del bufete.

Casi todo resulta impecable en la producción. Tenemos una factura formal intachable y sobre todo un casting sensacional que da lo mejor de sí mismo en cada uno de los papeles. Una mención especial para Tom Wilkinson cuya interpretación (y no es una novedad) resulta lo más apasionado y acertado de la película. George Clooney como siempre bien, gracias. Por descontado siempre resulta un placer ver al enorme Sydney Lumet en labores de interpretación (por cierto, su última película “Before de Devil Know You Are Dead” está siendo un gran éxito de crítica en EEUU). La dirección del novel Gilroy intenta agradar dándole cierto estilo naturalista que alcanza su máxima expresión en el momento del paseo por la quinta avenida del personaje de Wilkinson.

Pero por que será que el producto final no resulta del todo satisfactorio. Quizá sea por la artificiosidad del montaje, recurriendo a contar la historia en un innecesario flahback que le resta tensión al asunto. Una manía un tanto absurda que a mi personalmente me hace pensar que muchos directores de hoy en día entienden que realizar una película de narración lineal resulta vulgar. Quizá sea por que tampoco vale como denuncia del sistema, ya que se da la paradoja de que dentro del mismo siempre acaba apareciendo la solución en forma de adalid de la verdad y la justicia que nos enseña que al parecer el sistema funciona y que al final la verdad prevalece sobre todas las cosas. Valiente tontería (es en este punto cuando recomiendo un visionado rápido y exhaustivo de la obra maestra “Siryana”). Quizá sea también por lo innecesario de cargar las tintas del drama personal del protagonista, partes que resultan de lo más intrascendentes y que lastran considerablemente el ritmo. O quizá sea porque a ratos resulta extremadamente lenta, lo cual no tiene porque resultar un inconveniente si la película apasiona. Pero no es el caso.

Desde luego el intento resulta de lo más loable pero de una candidez y una falta de mordacidad evidente, aunque si alguien se siente bien a la salida del cine porque piensa que ha visto una película comprometida y arriesgada, pues que le cunda.

Carlos Polite

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