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"Banderas de nuestros padres" por Carlos Polite

Publicado: 15/01/2007

El gran Jonh Ford siempre decía "si tienes que elegir entre el mito o la realidad, quédate con el mito". El último de los grandes clásicos de Hollywood, Clint Eastwood, nos cuenta que es lo que ocurre cuando el mito de héroe anónimo, o en este caso la falsa realidad, se manipula por la parafernalia propagandística para mayor gloria y disfrute del populacho con la única intención de sacarles el dinero para seguir financiando una guerra.

Eastwood nos narra con su habitual mano maestra por medio de flash backs la cruenta batalla de Iwo Jima desde el punto de vista de tres de los muchachos que levantaron la famosa bandera del monte Suribachi y que posteriormente fueron utilizados para la venta de bonos de guerra. Pero todo es pura ficción, la elevación a héroes de tres desconocidos que ni siquiera fueron los que levantaron la bandera original, sino la de repuesto, da lugar a una crónica amarga sobre la efímera condición del héroe, finalmente condenado al olvido de la manera más ruin y desconsiderada.

Sin estar a la altura de anteriores trabajos, nos vuelve a dar una lección magistral de dirección. Las secuencias bélicas son herederas de los mejores momentos de Salvar al Soldado Ryan (no por casualidad Spielberg es coproductor del film), metiéndote de lleno en la acción con un verismo absolutamente aterrador. Quizá suene un poco a algo ya visto con anterioridad, pero ello no le resta mérito. Los momentos en los que se intuye a los japoneses bajo tierra como la amenaza desconocida antes de sus mortales ataques resultan de una tensión ejemplar y las secuencias de masas son de quedarte con la boca abierta.

También brilla en los momento más íntimos de la película en los que vuelve hacer gala de su clasicismo, no gastando una toma de más en ningún momento. Aunque esta parte de la trama se ven algo lastrada por la interpretación de Adam Beach, quien tiene en su mano el papel más complejo de la trama, como el hombre amargado por su condición de héroe-títere y completamente traumatizado por la batalla. Su interpretación resulta exagerada, poco creíble (algo raro en un gran director de actores como Eastwood) e incluso en algunos momento algo risible. El resto de personajes quedan también algo desdibujados al no pasar en determinados momentos de meros cliches.

Con sus pros y sus contras nos encontramos ante una de las mejores películas del año, que sería injusto juzgar en su totalidad antes de ver la versión japonesa del conflicto "cartas desde Iwo Jima". Mientras tanto esta película será la elección de cine de altura.

Carlos Polite Fanjul

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