Septimo Vicio - El cine visto desde otros t iempos

Bruno

Aquí tenemos al heredero directo de Andy Kaufman. Un personaje que vive por y para la provocación, haciendo suya la máxima que al fallecido cómico le dedicaba REM en su canción Man On the Moon, «lets play twister, lets play risk», título a su vez de la excelente película que Milos Forman le dedico al personaje y al que Sacha baron Cohen homenajea sin disimulo en la parte final del film, solo que en este caso en lugar de mujeres cabreadas lo que tenemos son homófobos desatados.

Publicado: 05/08/2009

La provocación como bandera y la ruptura de límites tienes sus pros y sus contras evidentemente. Los pros, te permite ir donde nadie ha ido y cruzar completamente la línea de lo que se supone la corrección política, estética, coyuntural o como leches se le pueda llamar. Los contras, que ese ir siempre al límite no se puede controlar y que termine en un más sobradito todavía que no lleve realmente a ninguna parte, la provocación por sí misma sin contenido carece de excesivo sentido.

Esto último es lo que le pasa en algunos momentos a Bruno, donde Sacha Baron Cohen interpreta a un presentador de moda y tendencias austriaco gay hasta la médula, que decide viajar a los EEUU para triunfar tras ser denostado en su país. Esto le sirve, como ya hiciera en Borat (a mi juicio con más acierto e ironía) para sacar las vergüenzas de una serie de colectivos a los que coloca delante de un espejo deformado para que afloren todas sus contradicciones y más bajas pasiones. Sacha se mueve sin vergüenza y con todo el descaro del mundo, martilleando la conciencia y forzando los límites y la paciencia de las personas con las que se encuentra en su camino. No tiene medida, cruza constantemente la línea y por desgracia su discurso queda por momentos diluido en situaciones que van desde lo genial (su visita al medium, las entrevistas con los padres para las fotos con sus niños, las entrevistas con los reformadores de gays, uno de ellos a todas luces gay reprimido y misógino total el segundo) a lo absurdamente grotesco (la secuencia de los swingers y su encuentro final con la domina o la visita al Líbano para entrevistarse con un líder terrorista y que al parecer ha provocado que pongan precio a su cabeza).

Se consigue por lo tanto una película desigual que se disfruta más con posterioridad a su visionado por medio del comentario grupal que durante el mismo. Por momentos a uno la risa se le congela en la garganta ante las reacciones de algunos de los improvisados protagonistas, que dicho sea de paso, son en muchos casos piezas de caza menores, sin que en ningún momento nos quede claro donde acaba la realidad y donde se inicia la farsa. Sacha sabe lo que se hace, va en muchos supuestos a tiro hecho y es consciente de eso. Ello le resta punch a la película en algunos momentos a pesar de lo límite del personaje y las situaciones, ya que da la sensación de que transitamos por lugares que ya hemos visitado con anterioridad. No estamos ante la primera película que trate de sacarle los colores a esa supuesta clase media norteamericana mimética en la que al parecer sólo encontramos fachas y retrógrados. Algo huele a cierto maniqueismo independientemente de que haya mucha o bastante verdad.

Por lo tanto, cuando el film acierta resulta francamente divertido. Pero ojo con lo de divertido, no es un humor sutil sino de trazo muy muy grueso y siempre buscando, por no decir traspasando sin rubor, el límite del buen gusto. Si bien finalmente resulta una película desequilibrada, atesora momentos brillantes y muestra en todo su esplendor a un cómico sensacional que no tiene ningún miedo a ir siempre un paso más allá, sin ningún miedo incluso a sufrir daños en su integridad corporal. En definitiva un absoluto destroyer que acertara o fallara, pero que jamás dejará indiferente a nadie.

Carlos Polite

Emilio Rivas en 02/11/2009

Me faltan datos para ubicar a este personaje.
No sé si se trata de un buen actor en un papel hecho a la medida de los tiempos que vivimos y correctamente interpretado, o si se trata de la mercancía de un atrevido productor que en esta ocasión apuesta por la transgresión para vender mediante el boca a boca, o yo que sé que otra cosa.
Con este personaje, y me refiero ahora a Sacha Baron Cohen, tengo la sensación de conocerle menos cuanto más le veo, lo cual ya de por sí es un logro digno de mención.

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