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"I don't want to sleep alone" por David López

Publicado: 13/06/2007

Aún me siento aturdido por las deserciones, bostezos y suspiros con los que el público del festival correspondió anoche al pase de “I don’t want to sleep alone”, última obra de Tsai Ming-liang, uno de los realizadores que más entusiasmo despierta en el staff de esta web (gracias a títulos tan sugerentes como “The River” o “El sabor de la sandía”).

"I don't want to sleep alone" por David López

A pesar de cierto giro hacia una narrativa más radical (sobre todo con respecto a su anterior trabajo), el director malayo sigue premiando a sus seguidores con su inimitable mitología fílmica, lo cual explica en cierto modo el desinterés por parte de aquellos advenedizos que desconocen su filmografía.

Trasladando el escenario de TaiPei a un Kuala Lampur multicultural, los ambientes urbanos permanecen intactos, aunque ahora tienda a envolverlos en una textura más densa y asfixiante según avanza el minutaje.

Luminosos locales de comida rápida, oscuras aceras justo en la orilla de un río y, en esta ocasión, un edificio cuya construcción no finalizó. Ese es el espacio orgánico que habitan las criaturas diseñadas por Tsai Ming-liang. Seres que una vez más, insatisfechos y frustrados, deambulan silenciosamente por calles en penumbra en busca de una comunicación que sólo hallarán en el sexo. Difícilmente se puede negar la misteriosa sensualidad que invocan estos repentinos encuentros sexuales. El agua, símbolo fundamental en el cine de Tsai Ming-Liang, continua inundando la pantalla, con su labor purificadora y transformadora, siendo especialmente llamativa la obsesión por la limpieza de uno de sus personajes.

Incluso se repiten tópicos habituales de su predilección temática centrando la mayor parte de la historia en un triángulo amoroso que, a diferencia de gran parte de su trayectoria, parece cumplir su consumación finalmente con la feliz unión de sus tres protagonistas. También el planteamiento formal vuelve a partir de los planos fijos que juegan constantemente con la profundidad de campo, introduciendo al espectador-voyeur en cuadros intimistas y eróticos, cuando no tensos al dibujar episodios de latente homosexualidad. Por supuesto, Lee Kang-sheng, su actor fetiche por excelencia a lo largo de estos años, repite con doble papel, vertebrando el hilo conductor.

Según se aprecie, puede resultar inferior a otros proyectos precedentes, pero sus hallazgos, fruto de la incuestionable inventiva poética de un visionario de la estéril vida urbana del siglo XXI, están esperando a espectadores decididos capaces de aventurarse en un recorrido singular.

Carlos en 19/07/2007

He visto I don't Want to Sleep Alone hace unas cuatro horas en el Barbican Centre de Londres. Habia oido hablar de Tsai Ming-Liang, pero no habia visto nada suyo. Aun estoy impactado. Es la mayor sorpresa que me he llevado en años (quizá desde que descubrí a Hou Hsiao Hsien): he aqui un director con un estilo y una poetica realmente propias. Tengo la sensacion de que hay aqui un cineasta realmente grande.

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