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"Making off" por David López

Publicado: 17/06/2007

Sorprendente y refrescante ejercicio metacinematográfico, “Making off” del tunecino Nouri Bouzid ha resultado ser una de las películas más osadas, ingeniosas y complejas de la primera edición del Festival Cines del Sur.

Bouzid formula una pieza cargada de referencias y muy rica en sus múltiples planos narrativos, exigiendo atención y reflexión al espectador. Por un lado, nos adentramos en un relato conocido (a través del bombardeo de los medios de comunicación y films como la oscarizada “Paradise Now”) en el que nos aproximamos a la vida diaria de Bahta, un joven desarraigado que finalmente cae en las redes del fundamentalismo integrista. Por otro, esta historia es el objeto de rodaje de un director (el mismo Bouzid) que verá cuestionado su propio trabajo por Lofti Abdelli, el actor que da vida a Batha.

Este juego de muñecas rusas medita sin tregua sobre la manipulación ideológica, que felizmente consigue casar con las ambigüedades y contradicciones de la catarsis creativa propia del medio cinematográfico. Mientras que en la ficción Batha se ve atrapado bajo una influencia nefasta, destructiva y devoradora que le indica que “pensar demasiado desorienta” y le exige un sacrificio en nombre de los más altos valores, en la realidad ficticia del film que visionamos en la sala de cine Lofti increpa a Bouzid sobre un personaje que poco a poco va interiorizando preocupándose por su destino y por sus implicaciones más allá del celuloide.

Bouzid disfruta como personaje de la película imponiendo un guión a sus actores, fundando cuestiones acerca de la ficción, la autoría creativa y su papel dentro y fuera de la pantalla en cuanto manipulador de los propios espectadores.

Estos impactantes saltos de eje en la narración remiten tanto a las máscaras que se adoptan para lograr en el espectador una actitud activa a partir del distanciamiento, e invocar, como en la novela unamuniana o en la filosofía schopenhaueriana, situaciones tan paradójicas en la que el actor, lanzado al teatro de la vida con un guión determinado, cuestiona el significado de su ser y el mismo rumbo de los acontecimientos humanos.

Nada se queda en el tintero: incipientes preguntas sobre los mecanismos de la empatía en el relato de ficción; preocupación por desvelar las raíces de la violencia y el odio integrista fanático; ensayo sobre la interacción triangular en el arte (artista-espectador-obra); y defensa a ultranza de la libertad artística utilizando el cine como arma por encima de la censura y las repercusiones políticas.

Tan bárbara declaración de intenciones está acompañada de un equilibrado planteamiento visual y narrativo, interpretaciones creíbles y un actitud sincera hacia lo que se cuenta. Aunque el final se prolongue algo más de lo debito impidiendo que Bouzid remate la faena con total satisfacción, la película merece nuestro más agradecido aplauso en una época en la que la inteligencia del espectador parece descuidarse tanto.

Jesús Lens en 18/06/2007

Totalmente de acuerdo. Además tendría carrera comercial por delante. Una pena que se haya quedado fuera del Palmarés.

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