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Tailandia DVD: "Citizen Dog"

pod se traslada del campo a la ciudad con el propósito, irreprochable dado su convencimiento, de que le crezca el rabo. Es lo primero en su lista de prioridades, al menos, hasta que conoce a Jin, una empleada de la limpieza embarcada en una dura pugna contra un destino capaz de hacerle caer de la nada un libro que, sin embargo, no puede leer por estar escrito en un idioma que desconoce. Ambos personajes se desmarcan de la normalidad a la que, pertinazmente, aspiran, al poner sobre la mesa un anhelo que, dados sus caracteres convergentes, no tardan en confesarse: el afán de poder hacer realidad sus sueños respectivos.

Publicado: 20/03/2009

citizenpic1El guionista de Nang Nak (una estupenda película que aúna terror y romanticismo), Wisit Sasanatieng, dirige en el año 2000, Las lágrimas del tigre negro, delirante cinta de apariencia kitsch que se nutre de los no menos delirantes subproductos action-thai de los años ochenta, del western con intenciones paródicas (al estilo de Lemonade Joe de Oldrich Lipsky), de epítomes melodramáticos de ascedencia shakesperiana y de una estética colorista y sobresaturada más propia del cómic más bizarro que de una historia trágica al uso; una variopinta yuxtaposición de influencias, ya veis, que el espectador recibirá entusiasmado, sobretodo en términos de complicidad, durante su exhibición en numerosos festivales de todo el mundo; condición que posibilitará su estreno en salas comerciales en nuestro país (con escaso éxito, eso sí).

citizenpic2No muy alejado de la estética de su ópera prima ni tampoco de sus intenciones, Wisit Sasanatieng hace de Citizen Dog un gozoso ejercicio de virtuosismo que resulta no ya la parodia de un género cuyos caracteres se saben en desuso sino la hipérbole de otro, la comedia romántica, plenamente vigente, si bien en productos de escasa calidad y poco nivel creativo. De ambos (y poco condescendientes) conceptos huye la cinta de Sananatieng con especial celo: primero, intentando deslizar en su entramado principal una ingente colección de estímulos creativos que no solo consiguen enmascarar la inanidad última del discurso que plantea sino hacerlos, finalmente, protagonistas de su relato, dando pie a lúcidas soluciones surrealistas (como bien expresa la secuencia de la lagartija con cabeza de anciana), además de hilarantes. Segundo, porque concibe la historia no tanto en función de su clímax (el eterno tópico redentor que termina por condenar la mayoría de las comedias románticas estadounidenses) sino como excusa desde la que proyectar otros relatos, todos más interesantes, protagonizados por un ejército de secundarios a todas luces variopinto (un motorista fantasma, una niña ludópata, un oso de peluche psicoanalista…). No importa tanto la probable reconciliación de los dos personajes, pues, como el propio camino que transitan hasta que dicha posibilidad obra sentido. De hecho, es uno de los lemas dogmáticos de los que se nutre una película que debe tanto al espíritu iconoclasta de Amelie de Jean Pierre Jeunet como al atrevimiento argumental de Punch Drunk Love de Paul Thomas Anderson (de hecho, Jin colecciona envases de plástico para proteger el planeta con el mismo celo con el que Adam Sandler acumulaba envases de pudding para irse de viaje por puntos), incluyendo una simbiosis marciana entre las imágenes y la música que las acompaña, a la que su extrañamente pegadizo leitmotiv contribuye de manera notoria.

citizenpic3Pierde fuelle a medida que se van acumulando sus excesos hasta finalizar con una “montaña” de emociones especialmente intrascendente. Es, sin embargo, Citizen Dog una muestra de lo más estimable del talento de un director cuya opus magum está todavía por llegar pero presentimos próxima; una obra profusamente esteticista, en fin, que utiliza las convenciones del cuento (m)oral (incluyendo un discurso tan plúmbeo como recurrente) para contar una historia de las de siempre… aún expresada con formas inconvencionales. Esto es mucho, huelga decir, en estos tiempos que corren.

Lo más destacado: su carácter cómplice (y evocador).

Lo menos destacado: su falta de punch al final.

J. P. Bango

Lana Diaz en 22/03/2009

La primera vez que la vi tambien pense en Amelie pero nunca hubiese caido en compararla con Embriagado de amor de ese gran genio que es Thomas Anderson.
Me parece una pelicula pequeña pero preciosa, desde luego talento no le falta.

David "SéptimoVicio" en 20/03/2009

¡Qué grande es Sasanatieng! 

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