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Bélgica Cinema: "El silencio de Lorna"

Habituales del Festival de Cannes, los hermanos belgas Jean pierre y Luc Dardenne han ganado ya dos palmas de Oro (Rosetta, 1999, también premio de interpretación femenina; El Niño, 2005), un premio de Interpretación masculina (El Hijo, 2002) y recientemente el premio al mejor guión con, El Silencio de Lorna (2008). Apenas lógico es preguntarse cuáles son las características de su cine, cuáles las cualidades que en los últimos cuatro de sus siete largometrajes les han valido tanto reconocimiento.

Publicado: 26/09/2008

thumblorna3234.jpgLo primero que salta a la vista es que estamos ante una esencia doble. En treinta y cinco años trabajando juntos y al unísono, los Dardenne han logrado retratar de forma fidedigna las relaciones familiares. El tema de la paternidad, por ejemplo, lo abordan con excelentes resultados tanto en El Hijo -un maestro carpintero trabaja en la reintegración de jóvenes ex delincuentes y de pronto debe recibir al asesino de su hijo-, como en El Niño -sórdido cuento urbano en el que un joven vende a su hijo y luego se arrepiente-, desde la original perspectiva de un director de dos cabezas que si bien es poco común, tampoco es la excepción, pues existen los Wachowski, los Kaurismaki, los Coen… y los Lumière, nada menos.

Por otro lado, no es evidente que la inquietud de los Dardenne gire en torno a la paternidad; ni siquiera diría que su temática se circunscribe a cuestiones sociales, aunque a menudo recreen ambientes difíciles donde se generan injusticias, pues, como ellos mismos lo han comentado, el hecho de clasificar una cinta como visión social debido a la presencia de seres marginados sería tan restringido como decir que los dramas sicológicos se generan sólo en la clase media. Es verdad que la elección de dichos personajes representa en sí misma un punto de partida desde el cual intentan abarcar el mundo, y ello sí constituye una constante en sus películas, pero las tramas son en cada caso muy diferentes; por eso, más que hablar de un tema yo diría que existe un propósito que unifica su filmografía.

thumblorna3234.jpgEl objetivo de estos cineastas parece ser el ser humano actuando en la inmediatez, es decir, sólo para sobrevivir en ciertas circunstancias que no le permiten sino reaccionar ante la hostilidad del medio ambiente. Así, la vida de Rosetta transcurre entre la caravana donde cada tarde encuentra casi inconsciente a su madre alcohólica y el empleo insignificante que defiende encima de todo, incluso contra un posible cariño, creyendo que va a integrarla a la sociedad de las personas normales a quienes ya ni siquiera sabe reconocer. Es una situación tan extrema como las de las dos películas antes mencionadas; el público difícilmente podría identificarse con ellas y, sin embargo, por alguna razón los personajes nos inspiran empatía. Esto es algo que los propios directores han explicado: quieren que el espectador comparta la experiencia del protagonista aunque al mismo tiempo no pueda identificarse con él… Los Dardenne tienen la capacidad de ponerse bajo la piel del personaje que encarna un titular de periódico, el informe de un juzgado, una novela o un reportaje de tele; saben recrear las vivencias de tales seres aunque les sean totalmente ajenas, y con base en ellas construyen a la persona anónima que ha sido mirada con distancia, con indiferencia inclusive, pero lo mejor es que nos la presentan de la misma forma. Es quizá donde reside su verdadero propósito: fomentar en el espectador una comprensión, una tolerancia ante la diferencia, por eso procuran que éste no se identifique de forma directa con el protagonista sino que reflexione al interior de sí mismo y en verdad se cuestione.

Por contradictorio que parezca, esta misma distancia es también la causa del mayor distintivo de la obra Dardenne. Es tal vez por un deseo de salvarla físicamente que la lente de su cámara se pega tanto al personaje; penetra en su interior más recóndito y ahí permanece, contenida, apenas abriéndose para irnos dando, no sin mucha dificultad, sus sentimientos y el argumento del relato. Efectivamente, de larga tradición en ellos, el trabajo previo que los belgas realizaron en el género documental es evidente en sus posteriores largometrajes; sobre todo en cuanto al movimiento de la cámara. En su filmografía en general dicha cámara se utiliza muchas veces en mano y se mueve junto con el actor para expresar su inestabilidad, parece un poco la energía que lo va escribiendo a medida que él reacciona, y constituye un puente, aunque escabroso, en el vació que lo aísla del prójimo.

thumblorna3234.jpgLorna, la protagonista de su última película, es otro de esos seres marginados cuyos sueños, en este caso, terminan destruidos por la culpa (buscando una vida mejor en Bélgica, la joven albanesa paga por un matrimonio falso con un drogadicto y luego se convierte en cómplice de su muerte llevada a cabo por una red mafiosa que opera en torno a la inmigración) y, sin embargo, carece del o los elementos que a los demás personajes dardenianos los hacen entrañables. Esta vez los belgas filman con planos menos cerrados y un ritmo más lento al acostumbrado; dicen además haber optado por un ambiente urbano (Lieja en lugar de la aislada y desértica Seraing donde siempre han rodado) para resaltar la condición de soledad de esta joven que guarda un secreto; afirman que quisieron potenciar el sentimiento de extrañeza que ella pudiera causarnos. ¿Por qué, entonces, nos duele menos que Rosetta? Por otro lado, en Europa el tema de la migración de los países pobres al primer mundo, con la explotación que implica, tiene un gran alcance social, incluso político; es una situación que nos toca también en América y, no obstante, en este caso nos afecta menos que la desesperación de un padre reviviendo la vida y la muerte de su hijo. Desde mi punto de vista, la diferencia entre ésta y las otras películas es que, si con Lorna tampoco nos identificamos, se debe a la nueva perspectiva de la cámara que no sólo nos aleja de ella sino nos la presenta como falta de intimidad; es decir, abarcamos la totalidad de su superficie, pero no penetramos al interior de donde emanan las reacciones. Además, dicha perspectiva no se centra en su tragedia personal, sino se abre hacia un contexto más amplio, representativo de un serio problema que aqueja a varios grupos sociales y esto, paradójicamente, resulta menos sensible. Parece como si las otras historias más pequeñas, más individuales y únicas, de alguna manera devinieran más universales.

Admiradora de los Dardenne de siempre, no me atrevería a decir que su última película no es tan buena como las otras, aunque la comparación es inevitable. Me parece que al menos no tiene su sello y que para el Festival de Cannes los belgas se han convertido en una costumbre.

Gabriela Gorches

Vicino en 18/05/2009

Si dejamos de lado la comparación, esta historia por sí misma tiene suficientes aristas como para hacernos reflexionar sobre la inmigración y la explotación como hechos sociales así como la aceptación de las "reglas de juego" para crecer socio-económicamente por parte de Lorna sin considerar sus implicancias éticas.

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